viernes, septiembre 07, 2012

El circo de los niños muertos.


El circo de los niños muertos.

Los niños estaban muertos cuando el circo llegó al pueblo. La única niña que sobrevivió, la hija del panadero, lloraba.

-       ¡No quiero mirar! Hay ratones aquí – gritaba tapándose los ojos.

Del circo se proyectaban sombras dulces y, en medio de la pista, la caja de Adriana Alma estaba aún cerrada. Entre la lúgubre esencia del lugar, el olor a descomposición y las moscas, el panadero se dirige hacia ella y la abre. Desde el interior sale una potente luz blanca que se hizo camino rápidamente entre los agujeros de la carpa. La lluvia se amontonaba en las nubes que cubrían el pueblo.

-       ¡Y con ustedes, desde la Amnesia del Sapo, la Maricona Pasiva! – gritó una voz ronca y jovial desde algún rincón de las gradas.

Desde dentro de la caja de Adriana Alma salen disparadas cabezas de diferentes niños manchadas por una sustancia rosada que giraban por los aires. Desde el fondo del escenario irrumpe un hombre raquítico, sin dientes delanteros y vestido de mujer.

-       ¡Tengo la vulva mutilada por fragmentos de un corazón con estrías! – grita energéticamente el travestoni corriendo en círculos mientras se clava alfileres en la piel de los brazos.

La hija del panadero, horrorizada se tapa los ojos y grita:

-       ¡No quiero ver imágenes!

Una música comienza a sonar estridentemente por todo el circo. Los cuervos, en el exterior, dejan de masticar carne infantil y huyen del lugar. Las cabezas giratorias se transforman en militares chinos arrastrados por gente culeada. El travestoni saca desde sus tetas falsas un papel arrugado y manchado.

-       Navegué por años entre puros maracos – comienza a recitar – y descubrí que, mejor que  el neoprén, es la parafina. Aprendí puras mariconadas, por ejemplo: ¿ustedes sabían que la caca viaja gratis en avión? – el travestoni, serio, mira directamente al paradero - ¿me quieres decir algo?

-       No, nada, nada – Dijo el panadero – Es sólo que hoy conocí a la novia de mi novia, y se parece a ti.

-       Ten cuidado huevón que mi perro muerde los cocos – Dijo amenazante el travestoni.

Desde el fondo del escenario baja una tela tensada que alguna vez fue blanca, pero que ahora, sucia y manchada con el tiempo sólo sirve para proyectar imágenes ilegibles. La luz de un proyector dibuja en ella el título de la primera película sin personas, llamada “Jamón de Pierna Asesina”. Las moscas proyectaban su sombra sobre la tela. El panadero, asqueado, mira al travestoni y le dice con tono irónico:

-       Mis dedos de dildo me dicen que si vos sos trola, que me corten las bolas.

La niña se aferró por detrás al cinturón de su padre, la música se detiene, el travestoni comienza a caminar lentamente en dirección al panadero mientras intenta alejar las moscas que interfieren su paso.

-       ¿Voh’ soy ahuonao’?, ¿No veí que soy un travesti, que me visto de mina? – dijo el travestoni sacándose un papel doblado del colaless y lanzándoselo al panadero.

El panadero recoge el papel, la niña, sintiéndose desprotegida, mira con miedo al travestoni. El panadero se levanta, desdobla el papel y lee: “Última jalada, última línea, la cabeza se te sale por los ojos”.

El panadero despierta. El techo está igual que siempre. Entre sus piernas, dura como en tiempos mejores, una erección levanta la sábana. Tiene una tetilla caliente y un gato sin uñas le acompaña el despertar. El día estaba nublado.

Fin.